Vacaciones en un mal sitio
Nunca olvidaré esas vacaciones. Como no había lugar en el hotel, alquilamos una casa. Después de la medianoche, llegamos. La casa tenía un techo altísimo, y la puerta era enorme. Intentando mantenerse encendido, un foquito amarillo luchaba en el techo del living. Al apagarse, un aire helado atravesaba la sala. En los remolinos de viento, podía adivinarse algo así como un susurro inentendible. Cuando dividimos las habitaciones, elegimos con Abigail, mi hermana menor. Era tarde, por eso, nos fuimos a dormir. Al entrar, descubrimos que los vidrios de las ventanas estaban sucios. Nos acercamos a ellas, cuando, para nuestro terror, vimos pequeñas manitos. Yo, Abril, decidí poner cortinas. El placar del lugar era grande, y estaba vacío, salvo por unos muñequitos antiguos ubicados en la tercera repisa. Los observamos unos minutos, y cerramos la puerta. Unos cuantos minutos más tarde, dormíamos plácidamente. A la madrugada, mi hermana se despertó sobresaltada, e inmediat